La salud sexual y la salud mental están conectadas, y la forma de hablar de ambas puede marcar la diferencia.
- Malestar por la imagen corporal
- Consejos
- Los medicamentos y el estado de ánimo
- Apoyar a tu pareja
- Avanzar
La educación sexual positiva puede ayudarnos a sanar nuestra relación individual y colectiva con el sexo. En este artículo, exploramos cómo abordar la salud sexual, el placer y la intimidad para mejorar nuestra salud y bienestar generales.
No es ningún secreto que Hollywood tiene la costumbre de pasar por alto los detalles menos “sexys” de la vida cotidiana, especialmente en el dormitorio.
Cuando se trata de intimidad y sexo, las películas suelen mostrar una experiencia ejecutada sin problemas, llena de pasión y que, de alguna manera, no incluye ni sudor ni limpieza.
Lo que no suelen mostrar es a alguien buscando torpemente un condón, a un perro que empieza a ser demasiado entrometido o a tener que reajustar constantemente las posturas porque las rodillas ya no se doblan como antes.
Sin embargo, lo más importante es que las películas rara vez hacen un guiño a uno de los compañeros de cama más comunes de la intimidad: La salud mental.
Para millones de personas (entre las que me incluyo), la intimidad sexual no siempre es esa dichosa explosión de pasión y romance. Puede ser desordenada, incómoda, desalentadora y compleja en muchos sentidos.
Actualmente me estoy recuperando de la anorexia nerviosa y he sido testigo de primera mano de la intersección entre la salud mental y la intimidad.
Desde el malestar por la imagen corporal hasta los regímenes de medicación y la depresión crónica, mi trastorno alimentario ha añadido una capa adicional de complejidad a la intimidad sexual. Pero eso no significa que haya arruinado la experiencia para mí.
Con el tiempo, he aprendido a identificar los posibles escenarios o desencadenantes que podrían provocar un aumento de la ansiedad durante el sexo y ahora puedo ser proactiva en mis experiencias íntimas.
No puedo decir que siempre vaya a ser un camino de rosas, pero disfrutar de la intimidad es posible una vez que comprendas qué puede estar obstaculizando tu experiencia y cómo gestionarlo.
Cómo influye el malestar por la imagen corporal a la hora de desvestirse
Trastorno alimentario o no, sentirse completamente cómodo en nuestro cuerpo no es algo que muchas personas hayan dominado, es algo perfectamente natural.
La sociedad no ha creado una atmósfera para amar nuestros cuerpos de todo corazón. Desde una edad temprana, se nos inunda constantemente con mensajes de que si perdemos más peso, ganamos más músculo o nos ponemos un traje sexy, seremos más deseables para los demás.
Lo vemos en las películas y en la pornografía, donde las estrellas de la escena están perfectamente cinceladas, tienen curvas en todos los lugares adecuados y ni un solo pelo se mueve de su sitio. Las cámaras omiten convenientemente la visión del maquillaje emborronado, los rollitos naturales del cuerpo y el pelo empapado de sudor.
Por eso, cuando nos encontramos en una situación en la que nos exponemos completamente a nuestra pareja, nos sentimos inadecuados porque no es lo que nos han dicho que es sexy.
Pensamos: “Mi barriga no se parece a la de ellos”, o “¿Me veo flácida desde este ángulo?” o “Tengo que empezar a hacer más ejercicio.”
Estos pensamientos empiezan a apoderarse de tu experiencia. En lugar de estar en el momento con tu pareja, te preocupan los pensamientos de vergüenza, inadecuación o culpabilidad por tu aspecto físico.
En mi caso, me encuentro rechazando las insinuaciones íntimas de mi pareja cuando me siento especialmente acomplejada por mi cuerpo. Apenas me siento cómoda cuando la ropa toca mi cuerpo, y mucho menos cuando lo toca otra persona.
El sentimiento de culpa no sólo repercute en mi deseo sexual y la comodidad queda totalmente expuesta, sino que además me impide disfrutar realmente de la intimidad con mi pareja. Esto hace que alcanzar el orgasmo sea más difícil, que mantenerse autolubricado sea casi imposible, o simplemente crea un sentimiento genuino de asco o incomodidad en mí mismo.
Consejos para entrar en un espacio mental positivo antes del sexo
Aunque, desgraciadamente, no existe una cura para eliminar el malestar por la imagen corporal en el dormitorio, hay formas de ayudar a mitigar estos sentimientos negativos y empezar a disfrutar del tiempo que pasas en las sábanas.
Anticipa los desencadenantes con antelación
Considera la posibilidad de experimentar con el sexo matutino, el sexo antes de las comidas o esperar hasta una hora después de comer para tener relaciones físicas.
Mis problemas con la intimidad sexual ocurren con más frecuencia por las noches, después de una comida copiosa o considerada “poco saludable” según los estándares de la sociedad o los establecidos por mi trastorno alimentario.
Para evitarlo, intento incluir el sexo en el programa antes de una comida copiosa o al menos una hora después para dejar pasar la ansiedad. Esto me permite estar presente en el momento sin fijarme en el aspecto de mi cuerpo en ese momento.
Esta estrategia puede parecer perfecta en teoría, pero créeme: no lo es. Los problemas de imagen corporal están muy arraigados, así que ceñirme a un horario no va a resolver automáticamente todos mis problemas ni a curar mis inseguridades.
Sin embargo, lo que la estrategia puede hacer es aliviar el estrés asociado a ciertos desencadenantes y permitirme dar un gran paso para estar presente con mi pareja.
Comunícate con tu pareja
La comunicación es otra de las principales claves para conseguir el éxito en el dormitorio, especialmente en lo que respecta a la imagen corporal.
Vocalizar tu mentalidad o tus desencadenantes a tu pareja puede ayudar a reforzar vuestro vínculo, mejorar vuestra experiencia y quitarle poder a la voz de tu cabeza que dice que no tienes un cuerpo que merezca ser tocado.
Siéntete cómodo contigo mismo
Intenta sentarte en sujetador y ropa interior cuando estés sola para acostumbrarte a sentirte expuesta. Esto puede ayudar a aumentar tu nivel de comodidad cuando llegue el momento de desvestirte con tu pareja.
Obtén el bombo y platillo
Anímate antes de hacer el acto. Pon tu canción favorita, arréglate (si quieres), baila y no te tomes demasiado en serio.
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La medicación puede ser el último asesino del estado de ánimo
Tras mi diagnóstico de anorexia, me pusieron un antidepresivo, que sigo tomando hoy en día. Desde entonces, he notado una gran diferencia en mi libido.
“No es que no tenga ganas, es que mi medicina dificulta la autolubricación de mi cuerpo… Te prometo que no eres tú.”
Como millones de personas, tomo un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS), un antidepresivo que actúa aumentando los niveles de serotonina en el cerebro. La serotonina ayuda a regular el estado de ánimo, el apetito, el sueño y el deseo sexual.
Los ISRS pueden ser un método increíble para aliviar los síntomas de la ansiedad y la depresión, pero también son conocidos por sus efectos secundarios sexuales. Algunos de los más comunes son:
- disminución o falta de deseo sexual
- lubricación retardada
- orgasmos bloqueados o retrasados
- disfunción eréctil
Durante mucho tiempo, no sabía esto de los antidepresivos y me sentía avergonzada en situaciones sexuales. Incluso me di cuenta de que mis parejas se sentían cohibidas, como si estuvieran haciendo algo mal cuando yo no estaba “mojada” o no podía alcanzar un orgasmo.
Finalmente, lo comenté con mi psiquiatra, que rápidamente me aseguró que no me pasaba nada y que era un efecto secundario habitual de los ISRS. Ajustamos la dosis y probamos temporalmente una prescripción diferente; sin embargo, al final preferí mi régimen de prescripción inicial.
En lugar de renunciar a la perspectiva de disfrutar del sexo, decidí añadir algunas herramientas nuevas -y juguetes- a mi cinturón de herramientas. (Mira… no estoy diciendo que comprar mi primer bote de lubricante me cambiara la vida, pero estuvo muy cerca.)
En lugar de sentirme avergonzada por abordar la falta de autolubricación, me sentí cómoda mencionando casualmente que es muy natural con mi medicación y que el lubricante a veces funciona.
Tanto los hombres como las mujeres pueden sentirse frustrados o avergonzados cuando su cuerpo no reacciona como quieren en situaciones sexuales. Ser capaz de entender y transmitir por qué ocurre es una gran manera de romper esa barrera.
Si tú o tu pareja experimentáis un cambio en vuestro deseo sexual o en vuestro rendimiento debido a vuestro antidepresivo u otra medicación, he aquí algunos consejos que pueden ayudar a animar vuestra vida sexual y a que volváis a estar en forma:
- Prueba el método de esperar y ver: Tu cuerpo puede tardar entre 4 y 6 semanas en adaptarse a un nuevo medicamento, por lo que los efectos secundarios pueden desaparecer por sí solos. Sin embargo, aunque las investigaciones sugieren que éste puede ser el método más utilizado por los médicos, también es el menos eficaz, ya que sólo algunas personas observan cierta mejoría al cabo de unas semanas o meses.
- Considera una nueva medicación o una dosis más baja: Intenta hablar con tu profesional sanitario sobre la posibilidad de cambiar tu medicación o reducir la dosis. Las investigaciones demuestran que ésta es una de las formas más comunes de tratar los efectos secundarios sexuales no deseados. Algunos antidepresivos causan menos efectos secundarios sexuales que pueden funcionar en tu caso.
- Prueba el lubricante: ¡Invierte en un buen lubricante! Te prometo que no te arrepentirás. El uso de lubricantes de venta libre puede ser útil si experimentas sequedad vaginal durante las relaciones sexuales.
- Aumentar el tiempo dedicado a los juegos previos: Con o sin ISRS, nunca debemos descuidar los juegos previos.
- Planifica la intimidad en función del régimen de medicación: Por ejemplo, si tomas tu ISRS a las 10 de la mañana, intenta iniciar el sexo matutino antes de tomar tu siguiente dosis.
- Infórmate y ponte cómodo para hablar de tu situación: Si te sientes cómodo y no lo haces parecer incómodo, tu pareja seguirá tu ejemplo.
Apoyar a alguien con una enfermedad mental
Si tu pareja vive con un problema de salud mental que afecta a su experiencia de intimidad sexual, puedes desempeñar un papel importante para ayudarle a sentirse cómodo.
Aquí hay algunas cosas que debes tener en cuenta para apoyar a tu pareja:
- Puede ser una buena idea informarse sobre el asunto y tratar de estar abierto a escuchar su experiencia.
- Intenta evitar darles luz de gas o hacerles sentir culpables por la disminución del deseo sexual.
- Intenta evitar hacer comentarios centrados en el aspecto físico, especialmente en entornos íntimos. (Nunca sabes si tu pareja ha estado restringiendo ese día y asumirá que se ve bien sólo por eso.)
- Los cumplidos de personalidad como “es muy sexy verte tan segura de ti misma”, “estás radiante”, “tienes una energía tan grande” o “me encanta sentirme cerca y conectada a ti” pueden ser una forma estupenda de hacer que tu pareja se sienta cómoda.
- Intenta ser paciente. Recuerda que probablemente sea más frustrante para tu pareja.
- Fomentar la comunicación abierta y preguntar cómo puedes proporcionar apoyo puede ayudar mucho a demostrar a tu pareja que te importa y le apoyas.
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Avanzar
Mientras navego por mi viaje personal con el manejo de mi trastorno alimentario y la búsqueda de formas de abrazar la intimidad, estoy segura de que muchos otros ahí fuera pueden relacionarse con el tema general de navegar por la interconexión de la salud mental y la intimidad sexual.
Tanto si el malestar por la imagen corporal, los medicamentos, los traumas del pasado o cualquier otra cosa afectan a tu capacidad para estar plenamente presente y disfrutar de las experiencias sexuales, recuerda que no estás sola.
No tenéis que conformaros con pasar por el aro o evitar por completo la actividad física. Puedes encontrar formas de mejorar tu intimidad y tu experiencia sexual.
Puedes sentirte sexy. Puedes disfrutar del sexo y la intimidad. Una vez que aceptes esa verdad, podrás empezar a recuperar tu sexualidad, dentro y fuera del dormitorio.